LA FE ES EL ESPIRITU SANTO
La Paz del Señor sea con todos vosotros:
La fe es, generalmente, la confianza o
creencia en algo o alguien. Puede
definirse como la aceptación de un enunciado declarado por alguien con
determinada autoridad, conocimiento o experiencia (Wikipedia).
“Es, pues, la fe la certeza de lo que se
espera, la convicción de lo que no se ve. Pero sin fe es imposible agradar a
Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que
recompensa a los que lo buscan (He. 11:1,6)”.
Literalmente y según el entendimiento del
hombre, la fe es creer en la existencia de Dios, de Cristo y de los ángeles,
seres espirituales que no se pueden ver, pero que es posible sentir su
presencia.
La fe según Dios, no es de los hombres
sino, ésta viene del cielo: “porque
por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no viene de vosotros, pues es
don de Dios (Efesios 2:8)”;
esto significa que, la fe viene de Dios y desciende a la tierra, cuando el
Espíritu Santo también ha descendido a la tierra.
Esto solo, quiero saber de vosotros, Ga. 3:2,3,
¿Recibisteis el Espíritu Santo por las obras de la Ley, o por el oír de la fe?,
entonces procedo a aclarar, antes de conocer la Ley, ustedes no tenían fe, si
no hubiese venido el Hijo del Hombre, no hubiesen conocido la Fe de Dios, Lc.
18:8, al respecto les voy a decir, la FE es el Espíritu Santo, Ro. 10:17. Ef.
1:13, la señal de Dios a la tierra, conocimiento de sus palabras, Dt. 4:13;
entonces, la fe que es el Espíritu, ustedes recibieron sin hacer las obras de
la Ley, solamente les fue necesario creer para recibir el arras del Espíritu
Santo, Ef. 1:14, y precisamente, Dios quiere que hagamos crecer su Espíritu,
para que el hombre pueda cumplir la Ley, Ro. 3:31, para limpiar su camino, Ga.
3:23, y llegar a Dios, Ga. 3:24.
Así que la fe es por el oír, y el oír, por
la palabra de Dios (Romanos 10:17). En él también vosotros, habiendo oído la
palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él,
fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa (Efesios 1:13); entonces, para obtener la fe
de Dios o el Espíritu Santo de la promesa, se debe cumplir con dos requisitos;
primero, creer en Él, en el enviado;
Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en aquel que él
ha enviado (Juan 6:29). Apiñándose las multitudes, comenzó a decir: Esta
generación es mala; demanda señal, pero señal no le será dada, sino la señal de
Jonás, porque así como Jonás fue señal a los ninivitas, lo será también el
Hijo del hombre a esta generación (Lucas 11:29,30); y, segundo, escuchar la palabra de Dios o los diez
mandamientos; Y él
os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra: las diez
palabras, y escribiólas en dos tablas de piedra (Deuteronomio 4:13).
El Hijo del Hombre o
la señal que demanda el hombre es JONÁS y en él mora el Espíritu Santo, el
Príncipe Israel o el Ángel del pacto, quién es el Arcángel Miguel (Daniel 12:1); en otras palabras, la carne o el
cuerpo físico en donde habita el Espíritu Santo se llama Jonás; igual cosa
sucedió hace aproximadamente 2000 años atrás; el Espíritu Santo moró en Jesús y
no era Jesús el que hacía las obras, sino, el Espíritu Santo: Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan:
las obras que el Padre me dio para que cumpliera, las
mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha
enviado (Juan 5:36). Yo envío mi mensajero para que prepare
el camino delante de mí. Y vendrá súbitamente a su Templo el Señor a
quien vosotros buscáis; y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros, ya
viene, ha dicho Jehová de los ejércitos (Malaquías 3:1).
Una vez que el
Espíritu Santo ha limpiado el corazón de Ezequiel Jonás, éste se convierte en la
morada de Jehová, el Unigénito Hijo de Dios: En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y
este será su nombre con el cual lo llamarán:
“Jehová, justicia nuestra” (Jeremías 23:6). Ezequiel, pues, os será
por señal. Según todas las cosas que él hizo, haréis; y cuando esto ocurra,
sabréis que yo soy Jehová, el Señor (Ezequiel 24:24). Y oí una gran voz del
cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y morará con
ellos; y ellos serán su pueblo, y el mismo Dios será su Dios con ellos
(Apocalipsis 21:3); entonces, en Ezequiel Jonás, moran: Jehová Dios y el Arcángel Miguel y
los dos son uno (Juan 10:30); los dos son UNO, significa que no están
divididos, sino que el ángel del pacto hace lo que ordena el Unigénito Hijo de
Dios, son dos seres espirituales diferentes que trabajan en forma conjunta, de
acuerdo a lo planificado y ordenado por el Padre.
De igual manera, una
vez que los creyentes han limpiado su corazón de la iniquidad, el Espíritu
Santo de Dios, llega a morar en esos corazones limpios, para ayudar al
convertido a cumplir el Santo Mandamiento: Y darles he un corazón, y espíritu nuevo daré en sus
entrañas; y quitaré el corazón de piedra de su carne, y daréles corazón de
carne; Para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis juicios y los cumplan, y
me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios (Ezequiel 11:19,20). Empero antes
que viniese la fe, estábamos guardados bajo la ley, encerrados para aquella fe
que había de ser descubierta (Gálatas 3:23). ¿Luego deshacemos la ley por la
fe? En ninguna manera; antes establecemos la ley (Romanos 3:31).
Cumpliéndose la
escritura, como el Señor lo ha establecido: Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres
de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino
que ha prometido a los que lo aman? (Santiago 2:5).
Una vez que el hombre recibe la promesa del
Espíritu Santo, le ayudará y le guiará al conocimiento de la verdad, Sal.
119:27,32,66. Ga. 3:24, para encaminarlo por la sobras del bien en el Espíritu de la Ley, Ro. 8:26.
Autor: Randon Ortiz Calle
JEHOVÁ DIOS EN AMÉRICA DEL SUR
EZEQUIEL JONÁS SU TEMPLO
La Paz y la Gracia de
nuestro Señor Ezequiel Jonás Ataucusi Molina, more en cada uno de vosotros hermanos y hermanas Israelitas.