Ojo
por ojo - Diente por diente
La Paz sea con todos vosotros:
Sacar la verdad a la luz en medio de las tinieblas, tiene
un precio, la muerte y a eso hemos venido, a sacar a la Luz lo que el
gobernador de este mundo escondió, para que el que crea se salve y el que no
crea, se vuelva a Dios durante el juicio (Apocalipsis 14:13).
Pronto se terminará el imperio de las tinieblas y se
impondrá el Reino de Dios; empero, el imperio de las tinieblas (de Satanás), desaparecerá
llevándose a millones de seres humanos, a los que no creen en Jonás el Cristo,
templo de Jesucristo, el hijo amado del Altísimo.
El mundo vive bajo un estado de absoluta ignorancia en
todos los ámbitos de la vida y vive así, porque se olvidó de Dios, del Dios que
los judíos desecharon hace 2000 años atrás “crucificando su templo en un madero”;
el resto de dioses a los cuales adora la humanidad huyeron y no saben en dónde
esconderse (Apocalipsis 6:16), pues serán condenados y encarcelados (Apocalipsis
20:2). Dios unirá por medio del tercer juicio todo lo que Satanás dividió.
En medio
de nuestra ignorancia creemos que Dios debe hacer lo que el hombre dice, piensa
o pide. ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de
él, o el hijo del hombre para que tú le visites? (Hebreos 2:6). Jehová hace
nulo el consejo de las gentes y frustra las maquinaciones de los pueblos
(Salmos 33:10).
Dios entregó su Ley a
Moisés en el monte Sinaí para que los hombres eviten la Ley OJO POR OJO, DIENTE
POR DIENTE, para que salgamos de la rueda de las reencarnaciones y volver a
nuestro creador, porque todos los seres humanos somos esclavos de Satanás,
fuimos engañados en el cielo (como ángeles) por Luzbel (Satanás) para
rebelarnos contra Dios, motivo por el cual fuimos expulsados del cielo y desde
aquel tiempo somos esclavos de Satanás tanto en el mundo material como en el
mundo espiritual; el objetivo de Satanás es la muerte de todo ser humano y el
hombre muere cuando peca y la paga del pecado es la muerte (Deuteronomio
30:15-30). El árbol de la ciencia del bien y del mal es Satanás (Génesis 2:17),
pues un árbol es un ser espiritual (ángel, alma, espíritu, espíritu resucitado
o alma encarnada, Marcos 8:24).
El hombre no puede ver a Dios su creador, ni tampoco a su
amo y dueño (Satanás), porque éste lo tiene cegado por medio de unas gafas
espirituales (2 Corintios 4:4), las cuales permiten ver solo dentro de un cierto
rango de luz. Los ojos se abren cuando el hombre ha luchado contra su opresor y
se ha liberado de las cadenas de Satanás; el arma para luchar contra Satanás,
nuestro dueño, es la espada aguda de dos filos, la LEY de DIOS, los DIEZ
MANDAMIENTOS; y, la guerra a ser librada es la emprendida y relatada por Josué;
con los filisteos, los demonios que nos rodean y con las legiones: Hetheo, al
Gergeseo, y al Amorreo, y al Cananeo, y al Pereceo, y al Heveo y al Jebuseo, quienes
habitan en nuestro cuerpo físico.
La Ley de Dios sirve para salvarnos de la LEY “OJO POR OJO
Y DIENTE POR DIENTE”, la cual es una Ley Espiritual sempiterna, instaurada por el
Dios desde la fundación del mundo; ojo por ojo y diente por diente, significa
que un delito cometido es castigado de forma similar a la falta realizada
contra la Ley de Dios.
Mas
si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida, ojo por ojo, diente por
diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida,
golpe por golpe (Éxodo 21:23 al 25).
Y
el que causare lesión en su prójimo, según hizo, así le sea hecho: Rotura por
rotura, ojo por ojo, diente por diente: según la lesión que habrá hecho a otro,
tal se hará a él (Levítico 24:19,20).
Y
he aquí, uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada,
e hiriendo a un siervo del pontífice, le quitó la oreja. Entonces Jesús le
dice: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomaren espada, á
espada perecerán (Mateo 26:51,52). Oísteis que fue dicho a los antiguos: Ojo
por ojo, y diente por diente (Mateo 5:38).
Según esta Ley, la persona que mata, indiscutiblemente
tendrá que morir, si no sucede en esta vida, lo será en la próxima, pero no se
salvará de la condena; ésta ley al ser espiritual y de Dios, el hombre no puede
aplicarla de ninguna manera, bajo ningún precepto, pues es de Dios.
Todos aquellos que la apliquen son responsables del
delito cometido; por ejemplo, existen algunas naciones que tienen instaurado la
pena de muerte dentro de su sistema judicial, la cual viola el sexto
mandamiento de la Ley de Dios (NO MATARÁS); la condena espiritual se aplica a
todos quienes crearon y aprobaron dicha Ley; en otros lugares del mundo se mata
a los homosexuales, mujeres adúlteras, delincuentes, etc., siendo la sentencia la
misma (vida por vida).
Igual cosa sucede con el resto de delitos contra la Ley
de Dios: robar, adulterar, mentir, explotar al prójimo, etc., golpe por golpe,
herida por herida, quemadura por quemadura, ojo por ojo, diente por diente, así
se pagan los errores, falta por falta.
Alejandro Magno, Napoleón, Nerón, Hitler, Stalin, Ariel
Sharon y todos los líderes de las naciones que han causado muertes, masacres,
guerras, etc., están pagando por las muertes que causaron, aunque pidan el
favor de Dios, ninguno de ellos se salvará de ésta ley, ni tampoco tendrán el
favor de Dios mientras su condena no se haya cumplido. Si el alma que vivió en Hitler
mató a 10 millones de personas, a lo mejor no le alcanzan los 1000 años de vida
que aún quedan para pagar su condena, por lo cual, irremediablemente, tendrá
que ir al lago de fuego a cumplir su condena.
Los señores Barack Obama, George Bush, Benjamín Netanyahu
y el resto de líderes que se unieron para matar a tanta gente inocente, tienen
un palco asegurado en el lago de fuego, porque derramaron la sangre de personas
inocentes estando ante la presencia de Jehová Dios en la tierra (como Ezequiel
y Jonás); los otros grupos libertarios o terroristas, tampoco se salvarán de
ésta condena. Los marines con todo su poderío no serán capaces de pasarle ni un
vaso de agua a su presidente cuando éste arda en el lago de fuego; así como,
tampoco el ejército de Israel podrá pasarle ni un vaso de agua a su presidente cuando
éste arda en el lago de fuego, es más, cuando Jehová Dios se muestre a los
soldados israelíes, éstos no sabrán por donde huir y los pocos que quedaren de
ellos, correrán donde los palestinos a pedirles perdón y todos juntos vendrán a
adoran al Dios viviente, quién está en el Perú (Isaías 2:2,3).
Para evitar un castigo mayor, es mejor volverse a Dios e
implantar la Ley de Dios en sus países y en vez de que su cuerpo físico sea
tomado por Satanás y este ser malo haga lo quiera por medio de ustedes, es
mejor que entreguen sus vidas y cuerpos a Jehová Dios, al Señor de Señores y
Rey de Reyes, quién nos creó.
Por otro lado, nuestros hermanos estado unidenses (al
igual que los hermanos de las otras naciones) también cargarán con la culpa por
las muertes causadas por sus gobernantes, porque nunca dijeron nada, antes bien
apoyaron y consintieron las decisiones de sus líderes; el Segundo Mandamiento
de la Ley de Dios establece: “NO
CONSENTIRÁS SOBRE EL PECADO”, permitieron que se mate gente inocente y más bien,
a sus hermanos los vieron como sus enemigos.
La avaricia, la codicia, la mentira, el engaño y el falso
testimonio conducen a las personas y naciones a planificar la matanza de seres
inocentes para apoderarse de sus bienes.
Lo robado se paga con un monto igual a lo sustraído, ni
un centavo más, ni un centavo menos, pero se paga, nada queda sin una justicia
justa.
Por medio de la mentira se fomenta la agresión y la muerte
entre personas.
La ley ojo por ojo y diente por diente está vigente aún hasta
para los animales.
Las
naciones del mundo, han creado sus propias leyes para controlar este tipo de faltas,
empero, nunca pudieron, no pueden, ni podrán controlarlos, porque no son los
hombres los que matan, sino los demonios por medio de los hombres; los demonios
(Efesios 6:12) son los gobernantes de este mundo y del hombre, por eso hay muertes,
guerras, corrupción, drogadicción, prostitución, idolatría, codicia, hurto y
eso existe, porque el AMOR de Dios está ausente en la humanidad.
Y
entró Satanás en Judas, por sobrenombre Iscariote, el cual era uno del número
de los doce; Y fue, y habló con los príncipes de los sacerdotes, y con los
magistrados, de cómo se lo entregaría (Lucas 22:3,4), Satanás entregó a Jesús por medio de Judas y Judas
cargó con esa culpa, por su incredulidad, por qué no cumplió la ley de Dios y
por qué su alma se rebeló contra Dios en el cielo, Jesús
le respondió: ¿No he escogido yo a vosotros doce, y uno de vosotros es diablo?
(Juan 6:70); y, los diablos (ángeles rebeldes) reencarnados,
son todos aquellos que no creen en la Palabra de Dios. Mas hay
algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús desde el principio sabía quiénes
eran los que no creían, y quién le había de entregar (Juan 6:64). Sé que sois
simiente de Abraham, mas procuráis matarme, porque mi palabra no cabe en
vosotros (Juan 8:37). El que es de Dios, las palabras de Dios oye: por esto no
las oís vosotros, porque no sois de Dios (Juan 8:47). Y él les dijo: Estas son
las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se
cumpliesen todas las cosas que están escritas de mí en la ley de Moisés, y en
los profetas, y en los salmos (Lucas 24:44); y, la palabra que enseñó Jesús es la Ley de Moisés, esa
es la palabra de Dios, no hay otra (Gálatas 1:8).
Todas las religiones de este mundo pecan contra Dios
(Apocalipsis 2:9), porque trasgreden el SÉPTIMO MANDAMIENTO, el cual dictamina:
“NO COMETERAS ADULTERIO, NI FORNICARÁS”.
¿Cómo se comete adulterio contra Dios?, la mayoría asegura
que la Ley de Moisés fue abolida, aunque nunca podrán demostrarlo bíblicamente,
pues bien, aseguran que solo están vigentes dos mandamientos, el primero y el segundo;
y, el primero dice “A Jehová tu Dios temerás, a él servirás, a él te allegarás”
y el segundo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
El primer mandamiento obliga a todo creyente en Dios a
temer y el temor significa obedecer a Dios en todas sus leyes (Mateo 4:4);
dentro de estas obligaciones consta el diezmo, el cual deben entregar los
agricultores y los ganaderos a los Levitas (Hebreos 7:5) y los levitas son los
que presentan el pan a Dios todos los sábados y durante las fiestas solemnes (Números
28:2). Al haber abolido la Ley de Dios, pecan en dos formas: primero, roban el
diezmo (Malaquías 3:8); y, segundo, mienten a la gente (Apocalipsis 21:8).
El segundo mandamiento trata sobre el AMOR de Dios y este
AMOR es el cumplimiento de la Ley de Dios (1 Juan 5:3. 2 Juan 1:6)
Destruiste
a los soberbios malditos, que se desvían de tus mandamientos (Salmos 119:21).
Nabucodonosor, por haber
creado la idolatría fue condenado a vivir siete mil años como bestia del campo (Daniel
4:25); la idolatría es prohibida por Dios, pues se transgrede el tercer mandamiento
de su Ley.
Muchas naciones tienen por eslogan “En Dios creemos”,
pero en realidad ninguna nación cree en Dios, porque si creyesen en el Altísimo,
la Ley de Dios estaría en los corazones de sus pueblos.
Todos se preguntarán ¿Cómo puede la Ley Real con los Diez
Mandamientos de Dios transformar al hombre?, pues es sencillo, cuando se escucha
o se lee la Ley Real, el espíritu de Dios entra en el hombre para instruirlo y
Dios se muestra, como lo prometió (Ezequiel 39:29); los convertidos a Jonás, el
Cristo para esta generación (Lucas 11:29), hemos visto a Dios, a su hijo amado,
al Arcángel Miguel, a Moisés, al patriarca de nuestra tribu, al Espíritu Santo
de la promesa, etc., entonces, luego de mirar a Dios cara a cara y de palpar
físicamente su existencia, nace el temor de pecar contra su Ley o de transgredir
su Santo Mandamiento (Romanos 7:12). Además, el Espíritu de Dios reprende
cuando estamos pensando en cosas negativas.
La Ley es un Espíritu, El
espíritu es el que da vida; la carne nada aprovecha: las palabras que yo os he
hablado, son espíritu y son vida (Juan 6:63); y ese Espíritu es
Dios, En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el
Verbo era Dios (Juan 1.1). Y estaba vestido de una ropa teñida en sangre: y su
nombre es llamado EL VERBO DE DIOS (Apocalipsis 19:13).
Después de haber leído, meditado y memorizado la Ley,
Dios tomará contacto con el hombre en forma instantánea y lo guiará, a través
de vibraciones o palpitaciones en el cuerpo, sueños, visiones y hasta le
hablará directamente al oído.
Solo la Ley de Dios puede transformar al hombre y el
hombre transformado se convertirá en un ser racional, sano, inteligente, útil a
la sociedad, según los propósitos y los designios de Dios.
Ahora, ¿quién quiere la guerra, si ya saben que se debe pagar
vida por vida? ¿Quién quiere seguir enseñando a la humanidad de que se debe
reposar el día domingo y no el sábado, tal como Dios lo ordenó, a sabiendas de
que su alma morirá con gangrena, 2 Timoteo 2:17? ¿Quién quiere seguir engañando
a la humanidad con el cobro del diezmo, si sus almas morirán con lepra
espiritual? ¿Quién quiere seguir creando la idolatría?, si ya saben que serán
condenados a vivir como las bestias del campo. ¿Quién quiere seguir mintiendo?,
pues el que quiera hacerlo, que lo haga, tiene libre albedrio para hacerlo, empero,
debe saber que le espera el hades o el infierno por la eternidad (Apocalipsis
21:8).
Si Dios dice no matarás, por algo será; matar no es solo
quitar la vida a una persona, sino, también se puede matar almas a través de
las doctrinas religiosas falsas, las
cuales operan bajo el espíritu de error (1 Timoteo 4:1); toda iglesia de
cualquier religión que no tenga la Ley de Dios (Jeremías 31:36) es una sinagoga
de Satanás (Apocalipsis 3:9. Santiago 3:15. 1 Co. 3:19).
Jesucristo es Santo y tiene una Ley para la humanidad, la
cual deben cumplirla quieran o no quieran, pues todos los reinos del Cosmos
(materiales y espirituales) le fueron entregados (Efesios 1:21).
Jesucristo tenía que venir al final de los tiempos para hablarle
al mundo la verdad, para destruir los preceptos, las creencias, los dogmas y los
cultos religiosos de este mundo, los cuales son inducidos por Satanás, padre de
la mentira (Juan 8:44. Apocalipsis 20:3). Empero
yo os digo la verdad: Os es necesario que yo vaya: porque si yo no fuese, el
Consolador no vendría a vosotros; mas si yo fuere, os le enviaré. Y cuando él
viniere redargüirá al mundo de pecado, y de justicia, y de juicio (Juan
16:17,18). Mas el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi
nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todas las cosas que os
he dicho (Juan 14:26); y, además, vino para librar a la humanidad de su
sufrimiento por medio del cumplimiento de la Ley Real, los Diez Mandamientos.
JEHOVÁ DIOS EN AMÉRICA DEL SUR
EZEQUIEL JONÁS SU TEMPLO
La Paz y la Gracia de
nuestro Señor Ezequiel Jonás Ataucusi Molina, more en cada uno de vosotros hermanos y hermanas Israelitas.