LEY - FE - GRACIA - LA GRAN CONFUSIÓN
Paz del Señor sea con todos vosotros:
Ley – Fe – Gracia, la
gran confusión de los creyentes en Dios y en Cristo Jesús; antes del desarrollo
del tema, es necesario abordar algunos conceptos básicos sobre Ley, Fe y Gracia,
que permitirán aclarar la confusión existente.
Ley:
en la sociedad, una ley es una norma o un conjunto de reglas establecidas por
una autoridad, para su fiel cumplimiento; la constitución de una República debe
ser cumplida por todos los integrantes de la nación, desde el presidente hasta
el más pequeño; es una ley aprobada por el Pueblo.
Ley religiosa de los hombres: son aquellas normas o tradiciones de
orden religioso que los hombres han creado, para que por medio de sus enseñanzas,
éstas sean cumplidas por sus seguidores, esperanzados en alcanzar la vida
eterna o la salvación, según sus metas. Toda norma diferente a lo determinado en
la Sagrada Escritura se convierte en una tradición de hombres. Marcos 7:9. Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento
de Dios para guardar vuestra tradición.
Ley del Pecado: es aquella ley inducida tetra dimensionalmente en todo
ser humano por el gobernador espiritual de este planeta, Lucifer; esta ley vive
y habita dentro del ser humano. 1 Jn. 3:8. El que hace
pecado, es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto
apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Estos gobernadores
espirituales de maldad, son los que han inducido al hombre a crear sus leyes
religiosas (Ef. 6:12), para que se aparten del camino de Dios, pues tienen el
poder para actuar por medio de los seres humanos, debido a que los gobiernan.
La Ley del Pecado es una legión de espíritus de maldad dirigidos por Lucifer.
Ley de Dios:
es una Ley eterna creada por Dios, para que todos los hombres la cumplan, con
el objeto de que vivan en paz, en armonía, en igualdad social, dentro de un
marco de respeto mutuo, de una manera justa y buena, mientras se vive en la
tierra; y, con la certeza de que el alma alcanzará la salvación o la vida
eterna; Dios entregó sus leyes a Moisés y ésta es conocida como la Torá, la Ley
de Dios o la Ley de Moisés.
¿Dónde están las dos
tablas de la ley que Dios entregó a Moisés? ¿La Ley de Dios son las dos tablas
con los números romanos que presentan los judíos? ¿Quién las tiene?, las
escondieron para que el hombre no conozca la ordenanza de Dios, por eso Dios
tenía que volverlas a traer para que el mundo las conozca y las ponga por obra
(Dt. 17:18. Is. 51:4) Eclesiastés 12:13. El fin de todo
el discurso oído es este: Teme a
Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. ¿Porque los hombres aborrecen a la Ley
de Dios, si ni siquiera la conocen y peor aún, ni siquiera la han visto?.
Tanto las leyes de las
naciones como las leyes religiosas de los hombres se adaptan a la modernización
de la sociedad y son aprobadas por sus integrantes, mientras que la Ley de Dios
es eterna y no puede ser cambiada por nadie. Mateo
5:18. Porque de cierto os digo, que hasta que perezca el cielo y la tierra, ni
una jota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean hechas.
Por otro lado, el hombre no está
preparado para discutir sobre la vigencia o no de la Ley de Dios, pues si anhela
la vida eterna, el único camino que tiene es su obediencia (Lc. 16:22 a 31). Salmos 33:10. Jehová hace nulo el consejo de las gentes y
frustra las maquinaciones de los pueblos. Esta ley está vigente para todo ser humano, creyentes y
no creyentes; y, la ignorancia por el desconocimiento de la Ley no los exime de
culpa, ojo por ojo, diente por diente (Lv. 24:20. Mt. 5:38), así se paga el pecado.
Fe en la sociedad significa: creer en algo o en alguien;
normalmente se dice: “Yo tengo fe de que las cosas van a salir bien”.
La fe según las religiones: es creer en Dios y en Jesús; “yo soy
salvo porque creo en Jesús”, “Yo tengo fe en Jesús”, etc.
La fe de Dios: no procede del hombre, sino es un don que Dios da a los
que cumplen sus mandamientos. Efesios 2:8. Porque por
gracia sois salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. 1
Corintios 12:4. Empero hay repartimiento de dones; mas el mismo Espíritu es. La fe es el Espíritu de Dios y ellos obedecen
a Dios más no a los hombres; si el hombre se aparta de las leyes de Dios, ellos
también se apartan del hombre (Dt. 30:17 al 20); un espíritu de Dios no puede
vivir dentro de una persona que no guarda la Ley de Dios, pues si lo ratifica, el
tal es mentiroso (1 Jn. 2:4).
Gracia en la sociedad
significa: Perdón o indulto de una pena que ha sido
concedido por quién tiene la autoridad para hacerlo; indulto a una pena de
muerte, eliminación de un impuesto, etc.
Gracia en las religiones
significa: alcanzar la salvación por la gracia, benignidad
o generosidad de Jesús; solo basta creer en Jesús para ser salvo, por su gracia.
La Gracia según Dios: es el
Espíritu Santo de la promesa, que Dios da a los hombres, para que puedan cumplir sus leyes y alcancen la
vida eterna. Ezequiel 11:19,20. Y darles he un corazón, y espíritu nuevo daré en sus entrañas; y
quitaré el corazón de piedra de su carne, y daréles corazón de carne; para que
anden en mis ordenanzas, y guarden mis juicios y los cumplan, y me sean por
pueblo, y yo sea a ellos por Dios. Zacarías 12:10. Y derramaré sobre la casa de
David, y sobre los moradores de Jerusalem, espíritu de gracia y de oración; y
mirarán a mí, a quien traspasaron, y harán llanto sobre él, como llanto sobre
unigénito, afligiéndose sobre él como quien se aflige sobre primogénito.
¿Soy salvo por creer o tener
fe en Jesús?
Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino
por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para que
fuésemos justificados por la fe de Cristo, y no por las obras de la ley; por
cuanto por las obras de la ley ninguna carne será justificada (Ga. 2:16). El Apóstol Pablo,
dejó sus escritos en un lenguaje jurista, que ni siquiera los discípulos de
Jesús pudieron entenderlo y menos aún podrán hacerlo hoy en día, los hombres de
este tiempo: Casi en todas sus epístolas, hablando en
ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las
cuales los indoctos é inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras,
para perdición de sí mismos (2 Pe. 3:16).
La
cita habla de dos seres, Jesucristo y Cristo;
Jesucristo es Jehová Dios (Jn. 1:29. Ap. 17:14. Dt. 10:17) y si Jesucristo es
Jehová Dios, entonces él es un Espíritu (Jn. 4:24). Cristo es el Hijo terrenal
de Dios (Mt. 1:16. 16:16); nace y crece en medio de la gente como cualquier ser
humano (Lc. 2:52. 1 Co. 15:38). El espíritu para mostrarse a los hombres
necesita tomar un cuerpo físico (Jn. 1:1,14), por que el hombre no puede verlo
(Jn. 14:17). Si Jesucristo o Jehová Dios mora en Cristo, entonces Cristo es
Dios, porque Dios habla a los hombres por medio de este cuerpo físico (Jn.
6:27).
También
manifiesta que el “hombre no es justificado por las
obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo”; en la introducción se
aclaró que la Fe viene de Dios y si la Fe es de Dios, entonces, la fe tiene que
venir de Dios para que el hombre pueda ser justificado.
¿Cuáles
son las obras de la Ley? ¿A qué ley se refiere?. En este mundo existen dos
leyes, la Ley de Dios (espiritual) y la Ley del pecado (también es espiritual y
habita en la carne del hombre, al igual que el alma, el espíritu que se deleita
en la Ley de Dios). Porque según el hombre interior, me deleito
en la ley de Dios: Mas veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la
ley de mi espíritu y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis
miembros (Ro. 7:22,23).
Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que,
yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del
pecado (Ro. 7:25). La ley del pecado vive en el
cuerpo físico de todo ser humano (Mt. 10:36. Mi. 7:6. Lc. 8:27 a 30). Porque no
tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra principados, contra
potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas, contra
malicias espirituales en los aires (Ef. 6:12).
La ley
espiritual (Ro. 7:14) de Dios es buena y justa (Ro. 7:12) y todo hombre que las
cumpla será justificado ante Dios (Ro. 10:5); esta ley debe ser cumplida por el
espíritu o el alma que vive dentro del cuerpo físico del hombre (Mt. 10:28). Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha
librado de la ley del pecado y de la muerte (Ro. 8:2).
¿Quién es la Ley de
Dios o la Ley de Cristo?. La ley de Dios es el Espíritu Santo. El espíritu es el que da vida; la carne nada aprovecha: las
palabras que yo os he hablado, son espíritu y son vida (Jn. 6:63). ¿Una
ley cualquiera, puede discernir por sí sola, conocer lo que piensan las
personas de ella?. No, porque es letra muerta, empero, la Ley de Dios si puede
hacerlo, porque es el Espíritu Santo, un ser espiritual vivo o un Dios. Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante
que toda espada de dos filos: y que alcanza hasta partir el alma, y aun el
espíritu, y las coyunturas y tuétanos, y discierne los pensamientos y las
intenciones del corazón (He. 4:12). Esta Ley es el mismo Dios o Jesucristo. En
el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios (Jn.
1:1). Y vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que estaba
sentado sobre él, era llamado Fiel y Verdadero, el cual con justicia juzga y
pelea. Y estaba vestido de una ropa teñida en sangre: y su nombre es llamado EL
VERBO DE DIOS (Ap. 19:11,13). Espiritualmente, la Ley Real (Stg.2:8) es una ventana hacia el reino
espiritual de Dios y por medio de ellas, Dios habla a su pueblo (2 Co. 4:4)
porque ahí está él.
El
alma no puede guardar la ley de Dios, porque el pecado mora en su cuerpo
físico, en su carne, dentro de él (algo similar al caballo de Troya, dentro del
cual viajaban decenas de guerreros, con la diferencia de que en el hombre
habitan miles de espíritus de maldad) y este pecado es una fuerza de maldad superior
a la mente y a la fortaleza del hombre, de tal forma que éste ni siquiera puede
rebelarse contra él, porque no los ve, ni puede sentirlos, sino, se encuentra sometido
y por lo tanto actúa bajo la LEY DEL PECADO, la cual conduce a la muerte. Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y la potencia
del pecado, la ley (1 Co. 15:56). Para evitar la muerte del alma, Jesús manifestó: Y él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno es bueno
sino uno, es a saber, Dios: y si quieres entrar en la vida, guarda los
mandamientos de Dios (Mt. 19:17).
Y
manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación,
inmundicia, disolución, Idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos,
iras, contiendas, disensiones, herejías, Envidias, homicidios, borracheras,
banqueteos, y cosas semejantes a éstas: de las cuales os denuncio, como ya os
he anunciado, que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios (Ga.
5:19 a 21). Porque del corazón salen los malos pensamientos, muertes,
adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias (Mt. 15:19). Entonces, no ha sido como se pensaba, que los pensamientos
vienen de la mente sino éstos salen del corazón, porque los espíritus de maldad
son su fuerza o motor.
¿Un pensamiento puede hablar?, pues si se aprende a meditar y
se observa que pasa dentro de nosotros, constataremos que la mente nunca esta
quieta, habla, habla y habla, nunca esta callada, aunque quisiéramos callarla,
no se calla; ¿Los pensamientos son los que hablan?, no, son las legiones de
demonios que viven dentro de nosotros, no son pocos, son muchos; a estas
legiones de malos espíritus se los ha identificado como problemas psicológicos mentales
o defectos psicológicos del hombre, pues en realidad no lo son, son espíritus
de maldad, seres vivos, hablan, comen, caminan, se transforman y adoptan
cualquier forma (hombre, mujer o animal); para poderlos ver hay que creer en la
Ley de Dios, memorizarla y dejarse crecer el cabello, la defensa del Israelita
o creyente en Dios. Descubrióle pues todo su corazón, y díjole: Nunca a
mi cabeza llegó navaja; porque soy Nazareo de Dios desde el vientre de mi
madre. Si fuere rapado, mi fuerza se apartará de mí, y seré debilitado, como
todos los hombres (Jueces 16:17). Todo hombre con el cabello
corto es débil, pues Lucifer lo domina a su antojo y hace lo que quiera con él
y en él.
Por las obras de la
ley del pecado o de la carne, como: robo, adulterio, fornicación, mentira,
chismografía, idolatría, celos, iras, disensiones, malos miradas, las cuales
Dios aborrece, nadie se salvará, sino, se salvará por la FE DE JESUCRISTO y no
por la Fe en Jesucristo o por la fe del hombre en Jesús.
La Fe de Jesucristo
es el Espíritu Santo de la Promesa (Ro. 10:17. Ef. 1:13), el cual Dios da a los
que creen en su Hijo amado y en sus leyes; este Espíritu o ángel de Dios
ingresa en el cuerpo físico para luchar contra el pecado y eliminarlo, para que
el hombre se limpie de la iniquidad y guarde la ley de Dios a la perfección. Y pondré dentro de vosotros mi espíritu, y haré que andéis
en mis mandamientos, y guardéis mis derechos, y los pongáis por obra. Y
habitaréis en la tierra que di a vuestros padres; y vosotros me seréis por
pueblo, y yo seré a vosotros por Dios (Ez. 36:27,28).
Con la ayuda del Espíritu Santo de Dios, que es la Fe
de Jesucristo, el hombre equilibra las fuerzas espirituales con el pecado,
puede luchar y vencerlo; la lucha empieza cuando la persona ha leído o ha
escuchado la Ley Real de Dios, ahí se despiertan los demonios y el hombre puede
verlos, porque el Espíritu de Dios los muestra. ¿Qué pues diremos? ¿La ley es
pecado? En ninguna manera. Empero yo no conocí el pecado sino por la ley:
porque tampoco conociera la concupiscencia, si la ley no dijera: No codiciarás.
Mas el pecado, tomando ocasión, obró en mí por el mandamiento toda
concupiscencia: porque sin la ley el pecado está muerto. Así que, yo sin la ley
vivía por algún tiempo: más venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí
(Ro. 7:7 a 9).
Porque yo por la ley soy muerto a la ley, para vivir a Dios (Ga. 2:19). La Ley de Dios mata a la ley del pecado, para vivir para
Dios.
Porque si viviereis conforme a la carne, moriréis; mas si por el espíritu mortificáis las obras de la carne, viviréis (Ro. 8:13).
Porque si viviereis conforme a la carne, moriréis; mas si por el espíritu mortificáis las obras de la carne, viviréis (Ro. 8:13).
La ley de Dios es la guía que conduce al creyente a
Jesucristo. De manera que la ley nuestro ayo fue para llevarnos a Cristo,
para que fuésemos justificados por la fe (Ga. 3:24). Nadie por su propia cuenta puede llegar a Jesucristo, se necesita
de la ayuda de Dios para llegar a él.
Si digo que soy salvo porque creo en Jesús y a pesar de
los años de mi religiosidad, aún no he visto a Jesús ni a Dios, es porque no
estoy haciendo las cosas como Dios ha ordenado, sino, estoy haciendo las leyes de
los hombres. Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer
la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios (Ro. 10:3).
¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ninguna manera; antes
establecemos la ley (Ro. 3:31). Dios da su Espíritu (fe) al hombre
para que cumpla sus Leyes, por ello, aquel que tiene la Fe de Jesucristo guarda
la Ley de Dios, porque la Fe obedece a Dios.
Porque el
pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la
gracia (Ro. 6:14). Aquel hombre que alcance la
plenitud de Jesucristo por medio del cumplimiento de la ley de Dios, ayudado
por el Espíritu de la Gracia, ya no está sujeto a la ley del pecado, pues ha
vencido a Lucifer y este ya no puede hacerlo pecar nuevamente.
Mas si
sois guiados del Espíritu, no estáis bajo la ley (Ga. 5:18). No estamos bajo la ley del pecado, porque el Espíritu Santo es
dado para guardar la ley de Dios (Ez. 11:19,20) y por lo tanto es la Ley de la
Fe. Mas el fruto del Espíritu es:
caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza:
contra tales cosas no hay ley (Ga. 5:22,23). La Fe
nace en el hombre cuando la Fe ha llegado a él.
¿Pues qué?
¿Pecaremos, porque no estamos bajo de la ley, sino bajo de la gracia? En
ninguna manera. ¿No sabéis que a quien os prestáis vosotros mismos por siervos
para obedecerle, sois siervos de aquel a quien obedecéis o del pecado para
muerte, o de la obediencia para justicia? (Ro. 16:15,16).
¿Dónde
pues está la jactancia? Es excluída. ¿Por cuál ley? ¿de las obras? No; más por
la ley de la fe. Así que, concluímos ser el hombre justificado por fe sin las
obras de la ley (Ro. 3:27,28).
Mas ahora,
sin la ley, la justicia de Dios se ha manifestado, testificada por la ley y por
los profetas (Ro. 3:21). La Justicia de Dios solo viene por medio del cumplimiento de la
Ley que enseñaron los Profetas del Altísimo. ¿Qué Ley o Evangelio enseñó
Jesús?. Y él les dijo: Estas son las palabras que os
hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliesen todas las
cosas que están escritas de mí en la ley de Moisés, y en los profetas, y en los
salmos (Lc. 24:44). Jesús
enseñó la Ley de Moisés porque el mismo (Dios) se la entregó a Moisés. ¿Qué
Ley enseñó el Apóstol Pablo?. Y habiéndole señalado un
día, vinieron a él muchos a la posada, a los cuales declaraba y testificaba el
reino de Dios, persuadiéndoles lo concerniente a Jesús, por la ley de Moisés y
por los profetas, desde la mañana hasta la tarde (Hch. 28:23). La
Justicia de Dios llega al hombre cuando ha muerto el pecado: Por cuanto todos pecaron y están destituíos de la gloria de
Dios (Ro. 3:23). Cuando
el pecado ha muerto, el hombre es libre, ha triunfado, ha alcanzado la
salvación, ha alcanzado la vida eterna y nunca jamás volverá a nacer en este
mundo, el cual es el infierno (Ap. 12.9). ¿La humanidad es santa o está llena
de Pecado?. Sal. 51:5. Ecl. 7:20. Jn. 16:8,9.
¿Para qué sirve la Ley de Dios? Porque por
las obras de la ley ninguna carne se justificará delante de él; porque por la
ley es el conocimiento del pecado (Ro. 3:20). Por
medio del cumplimiento de la Ley de Dios, llegaremos a conocer al Dios
Omnipotente (1 Co. 4:4. Ez. 39:29. He. 8:11); y, llegaremos a conocer al pecado,
al diablo, a sus lugartenientes y a sus obras; pues si la Ley de Dios dice no robar,
no se debe robar; la ley del pecado es el robo o robar; si la ley de Dios dice
que se debe guardar el día sábado y no se lo guarda, entonces, estamos cometiendo
pecado (Mr. 2:28. Ro. 14:6). Cualquiera que hace pecado, traspasa también la ley; pues el
pecado es transgresión de la ley (1 Jn. 3:4).
Esta ley del pecado que mora en la carne, por medio del
corazón – mente, es la que le dice al hombre religioso, así es, la ley fue
abolida, por la gracia en Jesucristo ya no estamos bajo la ley de Moisés, él
ofrendó su vida por nuestros pecados, solo hay que creer nomas y así
despreciamos la Ley de Jesucristo, su sangre, su carne y su ofrenda (cuando las
ideas vienen a la mente decimos gracias Dios, pero no vienen de Dios, sino vienen de los ángeles rebeldes o diablos); ellos también son los que inducen al hombre a
adorar y a postrarse ante las imágenes, a cometer fornicación, adulterio,
robar, matar, insultar, agredir, a hacer todo lo malo; LOS QUE COMETEN EL
PECADO SON LAS LEGIONES DE DEMONIOS, NO EL HOMBRE, EMPERO, SI EL HOMBRE NO SE
ACERCA A DIOS PARA GUARDAR SU LEY, ES CÓMPLICE DEL PECADO Y POR LO TANTO ES CONDENADO A LA
MUERTE (Ro. 2:12,13).
Autor: Randon Ortiz
JEHOVÁ DIOS EN AMÉRICA DEL SUR
EZEQUIEL JONÁS SU TEMPLO
La Paz y la Gracia de nuestro Señor Ezequiel Jonás Ataucusi Molina, more en cada uno de vosotros hermanos y hermanas Israelitas.